Exposición de Pinturas de Luis Vargas
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lunes, 18 de julio de 2011
sábado, 9 de julio de 2011
Hola, ola
soñando entre la espuma de una ola,
volteado por el cúmulo
del acontecer de un tsunami,
que me va llevando
como un producto energético
de fuerza mayor,
hacia el sueño y el destino
insuperable.
© Luis Vargas
jueves, 23 de junio de 2011
Velero a la Deriva_óleo de Luis Vargas
Mar revuelta de intrincados vientos
que desarman veleros sin rumbo fijo...
¿Quién dijo que yo no había pintado más barcos?
jueves, 12 de mayo de 2011
SAN PEDRO EL VIEJO EN HUESCA_óleo de Luis Vargas
Románico en arcadas de columnas
rezos enclaustrados
piedra sobre piedra,
filigranas de talla que elevan aves,
silencio,
maitines al alba
entre voces de canto gregoriano,
vientos en espirales
ascienden por los círculos de Dante,
la luz penetra en el paraíso
y se angosta la sombra...
por los corredores adoquinados
andan las gracias como guardianes
de las cuatro partes del claustro.
La pintura está hecha:
sólo falta abrir el pórtico,
que entre Beatriz
y se haga el milagro.
© Luis Vargas
martes, 10 de mayo de 2011
EL BARRANCO DE POQUEIRA
La Alpujarra_óleo de Luis Vargas
Nace la luz en los senderos,
entre techos de pizarra, adobe y encalada piedra,
en el Barranco de Poqueira, allá
en la Alpujarra granadina
donde crecieron, ladera abajo, colgadas
en terrazas y balates, entre rayos de sol y agua,
los pueblos más bellos del mundo,
que proporcionan al paisaje
un halo de color hecho luz
o quizá una luz hecha color
© Luis Vargas
miércoles, 23 de marzo de 2011
jueves, 3 de febrero de 2011
martes, 25 de enero de 2011
EL SENDERO_Poema de Luis Vargas; voz de Begoña Martinez
Hay un único sendero largo
que nadie sabe a donde llega.
Nace en cualquier calle,
atraviesa la ciudadela, el mar,
los desiertos, los continentes...
Lo recorremos creyendo
que, al fin, habrá un sitio
llamado paraíso, según indica
la flecha y la reseña.
Iniciamos el camino de niños.
No hay nada. No se termina.
Seguimos de adolescentes.
No hay nada. No se hace el fin.
Continuamos de adultos.
No hay nada. Se ve un horizonte.
Llegamos a la madurez,
miramos hacia atrás,
y vemos con estupor
que hay cientos de muertos
-supino rostro arriba-
que anduvieron el camino
por la razón o la fe.
Miramos hacia delante
y la senda continúa.
Tras descansar en el árbol de sombra,
seguimos en la vejez
haciendo huella con los huesos,
paso tras paso:
la sombra queda a pocos metros...
El camino sigue y sigue
nuestra huella desaparece, damos un traspiés,
caemos,
y morimos irresolutos, ineludibles, inexorables,
-vemos pasar a otros-
cerramos los ojos, supino rostro arriba
en la cuneta, y la senda sigue y sigue...
La senda sigue y sigue,
la senda sigue y sigue, la senda
sigue y...
...un laberinto interminable
abarrotado de muchedumbre.
© Luis Vargas
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que nadie sabe a donde llega.
Nace en cualquier calle,
atraviesa la ciudadela, el mar,
los desiertos, los continentes...
Lo recorremos creyendo
que, al fin, habrá un sitio
llamado paraíso, según indica
la flecha y la reseña.
Iniciamos el camino de niños.
No hay nada. No se termina.
Seguimos de adolescentes.
No hay nada. No se hace el fin.
Continuamos de adultos.
No hay nada. Se ve un horizonte.
Llegamos a la madurez,
miramos hacia atrás,
y vemos con estupor
que hay cientos de muertos
-supino rostro arriba-
que anduvieron el camino
por la razón o la fe.
Miramos hacia delante
y la senda continúa.
Tras descansar en el árbol de sombra,
seguimos en la vejez
haciendo huella con los huesos,
paso tras paso:
la sombra queda a pocos metros...
El camino sigue y sigue
nuestra huella desaparece, damos un traspiés,
caemos,
y morimos irresolutos, ineludibles, inexorables,
-vemos pasar a otros-
cerramos los ojos, supino rostro arriba
en la cuneta, y la senda sigue y sigue...
La senda sigue y sigue,
la senda sigue y sigue, la senda
sigue y...
...un laberinto interminable
abarrotado de muchedumbre.
© Luis Vargas
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domingo, 16 de enero de 2011
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