domingo, 11 de noviembre de 2018

LA FÁBULA DE PIT Y POT


LA FÁBULA DE PIT Y POT

Los hermanos Pit y Pot vagabundeaban por la ciudad después de haberse quedado huérfanos y haber andado muchos kilómetros buscando donde refugiarse con alguien que los quisiera.
Comían las viandas que encontraban por el suelo y dormían en el hueco de alguna escalera o bajo las ramajes de alguna planta del parque. Por la mañana bebían agua de la fuente pública de la ciudad y se sentaban en la esquina de una casa a ver pasar a la gente con las caras tristes y desconsolados. En realidad llevaban una vida de perros.
Un día, pasó Tom por la esquina donde estaban sentados como esperando a alguien o que pasara algo. Tom era un niño pequeño, muy rubio y con ojos azules que iba camino del colegío de la mano de mamá.
-¡Mamá, mira que dos perritos más tristes! pobrecillos. ¿No tendrán dueño. Pasarán hambre?...¿Los podríamos llevar a casa?
- Vamos Tom, no digas tonterías. Seguro que están esperando a su dueño. Llevan correa al cuello.
-Sí, pero ya los he visto varios días ahí sentados y nunca están con nadie, siempre solos.
La madre tiró de la mano del niño para que siguiera andando mientras le decía ¡vamos a llegar tarde al colegio!
Pero como nunca es la persona la que elige a un perro, sino que es el perro el que elige a su dueño, los perrillos se levantaron y con un trotecillo suave fueron siguiendo al niño Tom. Se habían gustado mutuamente y ellos ya habían elegido a su nuevo dueño.
Le esperaron a la salida del colegio y le siguieron hasta la puerta de su casa con el consiguiente enfado de su madre.
Pero al llegar a la puerta de la casa, los perritos miraron a la madre y le lamieron las piernas y Tom le dijo a su mamá:
-¡ves mamá, nos quieren, necesitan de nosotros y nosotros de ellos pues yo me sentiría muy acompañado! ¡yo los quiero mamá!
Y así fue como los perritos Pit y Pot se ganaron el cariño de la madre, que los dejó entrar en la casa, les puso un cuenco con agua y otro con comida y comieron y bebieron hasta hartarse, mientras la madre les preparaba un lecho para dormir. Se le había ablandado el corazón cuando la miraron a los ojos.
Tom estuvo jugando con ellos hasta que no pudieron más y se durmieron y Pit y Pot fueron felices con Tom.
Y esta es la historia de los dos perritos que llegaron desde muy lejos andando y andando porque no tenían casa, ni familia, ni comida que comer.
Moraleja: el que tiene buen corazón, casa comida y bienestar, debe dar cobijo, alimento y amor a quien, viniendo de muy lejos, lo necesita.

© Luis Vargas Alejo

miércoles, 7 de noviembre de 2018

ESPERANDO EL ASCENSOR


Escribo para relajarme,
presto para pensar en poesía.

Como árbol en pie, brazos extendidos,
 dejo que el aire mueva mis versos,
dejando caer en cada hoja, mi insolencia.

Esta es mi casa, mi senda abierta,
libre, sin esquemas,
sin ventanas, con viento fresco,
para que mi oído escuche el bisbiseo
de algún pájaro bisbita.

Mientras esperaba el ascensor escribí
tanto como el tiempo me dio,
luego de ascender, volví a bajar
abrí la puerta y me marché.



© Luis Vargas Alejo

martes, 6 de noviembre de 2018

Y ME PASÉ EL VERANO DIBUJANDO














EL VERSO





Danza de la palabra que baja y sube,
que evoluciona en el aire,
que rueda, que gira, que rota...
que se extiende
y se transporta en el verso apasionado,
como filigrana de fuego,
como gritos y saltos de silencio,
 
Lenguaje en movimiento
abarcando la tempestad y la sequía,
las raíces de los huecos del alma,
las experiencias de los ciclos inseparables,
como extendiendo plumas
en el ala de un ave que vuela
por los largos espacios cortos,
en el que un bailarín
en equilibrio y flotando,
voltea giros en un segundo
reflejándose en un suelo de cristal
 
La palabra es un baile que evoca figuras
más allá del sueño y de la luz,
se eleva de puntillas, abierta de piernas
y descalza, se estremece
sobre la realidad imaginaria
de un clavicordio que suena rítmico,
como el abrazo de dos cuerpos
que envuelven la vida en música.

 © Luis Vargas Alejo

ENSORTIJAMIENTOS

La tierra tiembla,
las casas se desparraman en cuarterones de ladrillos
como las palabra de versos sin crítica,
la gente corre y se refugia
como los poetas ofendidos que no aceptan enmiendas,
el mar ocupa la tierra
como el tsunami de los independentistas,
que se ahogan en querencias rebeldes.

Todo está "patas arriba" y nadie puede explicar
las razones de la complejidad del pálpito
si no tiene titulación de medicina, ni es maestro,
ni crítico de arte, ni tiene diplomas
por mucha experiencia que consigne en sus lecturas
porque nadie escarmienta en cabeza ajena.

Extenso fue el verano,
 el reloj solar mantuvo un disloque de asfixia,
los frutos no sazonaron,
y la pulpa de copihue se la llevo el tenebroso viento
como brujas vestidas de musas,
que intentan solazar a empujones y con mentiras
los versos sin ritmo de amores rancios.

El hombre estará siempre solo escribiendo largas cartas
como deambulando por avenidas desempedradas,
sin saber por qué se caen las hojas de los árboles
o cual es la ciencia de la poesía,
porque lo único que necesita es que le saquen
de debajo de los escombros,
contar después sus cuitas como terapia del shock traumático
y que le vitoreen sus pesadillas urbanas.

© Luis Vargas Alejo

lunes, 5 de noviembre de 2018

DESVELOS


Tengo esa necesidad
imperterrita,
                     inaplacable,
                                          longeva

de acrecentar el verbo
sin florituras

ya sea con el recuerdo
de tus labios entreabiertos
cuando tiritan de frio
o de tus caricias, arrancando las heridas
de mis manos.

Pero con los desvelos que me acechan
crece toda la flora
inhospita,
                  intransitable,
                                          maloliente...

que envenena los poemas.

Begoña M. B.

PALMERAS EN LA PLAYA

PALMERAS EN LA PLAYA_ÓLEO DE LUIS VARGAS ALEJO

sábado, 25 de agosto de 2018

DIBUJOS DEL 2018


Pasé el verano dibujando
resguardado del calor y del olvido
como una necesidad de serme útil
terapia de soledad
imágenes en blanco y negro.

Se me fueron las horas, asidas
a la ilusión que abarca el tiempo y el espacio,
como un canto al olmo viejo
a la realidad y el deseo
mientras entonaba la nana de la cebolla.

Y así pasé el verano de este año 2018
en la lejanía con mis fuerzas débiles,
con mi añoranza, con mi viejo lápiz de grafito,
urdiendo  la razón apenas, de todas mis ausencias.
 

© Luis Vargas Alejo