Románico en arcadas de columnas
rezos enclaustrados
piedra sobre piedra,
filigranas de talla que elevan aves,
silencio,
maitines al alba
entre voces de canto gregoriano,
vientos en espirales
ascienden por los círculos de Dante,
la luz penetra en el paraíso
y se angosta la sombra...
por los corredores adoquinados
andan las gracias como guardianes
de las cuatro partes del claustro.
La pintura está hecha:
sólo falta abrir el pórtico,
que entre Beatriz
y se haga el milagro.
© Luis Vargas