Aparta de mi la agonía
de ver un mundo insatisfecho,
lleno de ampollas con sal
y versos quebrados sin luz.
Déjame todavía
que pueda abrazar los sauces
que sombrean la vera del río,
cuyas aguas sagradas lavan
las penas y las culpas del mundo.
Pero no esperes que el hombre cambie
pues fue creado con técnica deficiente
chic controvertidos
clave de caducidad
sexos opuestos
y neuronas que no encajan.
Si quieres de verdad salvarnos, oh
Dios,
no te escudes en que nos diste
el libre albedrío,
entre la dualidad del bien y el mal
está Tú intervención,
sin la cual, no somos libres,
estamos tullidos de desesperanza
y pecados capitales
que tapan las virtudes con fuerza
viento 7
desarropados y a merced del demiurgo
¿y Tú dónde estás?
Somos mercenarios de los inconvenientes
de las guerras entre tribus,
del ansia de alcanzar la gloria
a base de pisarnos los unos a los
otros,
como en una carrera de obstáculos
anormal
donde los medios justifican la meta.
No me interesa la vida después de la
muerte,
sino antes de ella.
© Luis Vargas