Saber por qué escribimos poesía
buscando en lo recóndito el misterio
y tallando tatuajes en el aire
es como querer preguntarle a la vida
cual es el intríngulis de la muerte
si estando el sol en lo más alto
sentimos el albor del calígeno.
Por qué escribimos poesía, me
pregunto,
y no sé responderme
es como una besana que comenzamos
y al encontrar la primera piedra
nos incita con berretín a seguir el
surco
en busca de nuestra identidad, o tal
vez,
escribimos poesía, porque hemos visto
como un ser querido se muere de repente
y pensamos: ¿caeré yo mañana?
Y así, en la tremenda desdicha del
ser,
la vida es un sortilegio
que anda entre versos escondida.
© Luis Vargas