Pasa el tiempo como el rayo
y suena el trueno, después, expectante.
Nada hay tan veloz como el tiempo
a pesar de su bruma espesa.
Los caminos construidos por el hombre
son todos de artificio.
La naturaleza alberga una cosmogonía compleja
entre vías y destinos naturales.
Quienes modifican Los Apalaches,
los mares, las playas, los manglares,
las selvas, planicies o desiertos
están locos.
El tiempo pasa como el rayo
y la luz que traspasa los vidrios
confirma que, de pronto, de joven
te haces viejo.
Y, sin embargo, no por tiempo,
se alcanza la sabiduría.
© Luis Vargas
y suena el trueno, después, expectante.
Nada hay tan veloz como el tiempo
a pesar de su bruma espesa.
Los caminos construidos por el hombre
son todos de artificio.
La naturaleza alberga una cosmogonía compleja
entre vías y destinos naturales.
Quienes modifican Los Apalaches,
los mares, las playas, los manglares,
las selvas, planicies o desiertos
están locos.
El tiempo pasa como el rayo
y la luz que traspasa los vidrios
confirma que, de pronto, de joven
te haces viejo.
Y, sin embargo, no por tiempo,
se alcanza la sabiduría.
© Luis Vargas