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PRÓLOGO

La poesía de Luís Vargas Alejo es hija de la reflexión y sus vivencias.

Por una parte, el temperamento reflexivo que lo caracteriza, y la rica sensibilidad educada bajo el continuo ejercicio de la lectura, lo inclinan favorablemente al apotegma y la ficción, a la elaboración subjetiva de su realidad.

Por la otra, el segmento histórico vivido, complejo, saturado de encontrados acontecimientos, ha sometido su condición humana a grandes pruebas, que han modelado definitivamente su carácter y visión del mundo.

De costados tan vigorosos, decisivos en la configuración de una mentalidad, nace su poesía, situacional y directa, de raigal afición humanista.

Con una avidez abarcadora por ilustrarse, amante de la perfección, proclive al escrutinio de ambientes y al análisis de las acciones que le relacionan con otros sujetos, según una veta narrativa y pictórica que cultiva con asiduidad, al plasmar sus piezas líricas se deshace de lo épico, aunque discurra por sendas de enlaces emotivos.

Su poesía contiene preceptivamente una anécdota, una situación provocadora, aunque sea en el sustrato, y el sujeto medita intensamente como un modo de capturar el flujo de la ocurrencia, a veces dilemática, y en ocasiones generadora de pareceres o posiciones de mucho interés personal.

Lo intelectivo rige lo sensorial, presente también con vigor en la textura de lo expresado. Pero la poesía ha sido en su mirada más un acto de aprehensión que de disfrute del mundo, un catalejo para auscultarse en el entorno, una brújula para orientarse hacia la armonía que aún late posible dentro del caos desgarrador. De esta conducta emana la idea de que la poesía es ademán de socorro íntimo, de redención invisible.

No acostumbra el regodeo compositivo, la fantasía arquitectónica de las piezas, la minuciosidad orquestal en que otros poetas tanto se detienen: sus poemas acogen los ejes rítmicos, y se distribuyen sobre rieles no silábicos; pero atienden en primer término al “eslaboneo” de las ideas, a la intensidad de un pensamiento cuya coherencia y limpieza se trabaja con cierta delectación.

En éste, su último poemario, “Proteopoemas”, que nos ocupa, abre portillas para calibrar actitudes y tramas de la realidad, sus poemas se abrevian a un perfil espoleador, con resonancia en lo ético y calado en la sudada espiritualidad. Inmersos en una época donde la sensibilidad cavila, urgida por la sobrevivencia, sus poemas nos colocan en el vórtice de semejante afán. No reduce lo que quiere expresar: no lo mutila, no lo suspende. Lo ciñe tan diestramente, que se conquista entonces una singular eficacia. La compresión de sus versos es concisión, no pobreza, José Martí decía que sintetizar es vigorizar.

En sus poemas se cumple uno de los procedimientos básicos de todo arte: la elipsis. La elipsis es la clave de la sugerencia, es quitar para poner. En sus versos lo dicho

no es más que el zócalo del obelisco, pero el obelisco no falta, como una indudable sugerencia del zócalo. Luvar nos presenta, con estrenada voz, una poesía comunicativa y económica de un raro estado del espíritu, y sólo trasvasa hacia la página en blanco estos momentos de extraña temperatura, en que parece que lo cotidiano alcanza un escorzo revelado, un perfil de línea discursiva.

Acaso sin saberlo, hay en su actitud artística mucho de eremita, de meditador que da de pronto con el vacío del destino. Lo plausible es que nazcan de esa actitud piezas válidas, no trocitos de espejos, no quebraduras de la retina ensimismada. A pesar de la rapidez de elocución de sus versos, la mente queda demorada, contemplando lo dicho, como en un ejercicio de reconocimiento que resulta muy difícil de alcanzar en la comunicación con palabras, y que la pintura logra con mayor velocidad.

Inteligencia en el verso, "Al llegar a un hueco cóncavo / busque la bisectriz o hágase líquido", actualizada ironía, “Todo dependerá de mi ignorancia”, giros, realmente, ingeniosos, “Todo lo demás, está de menos”, van conformando éste poemario, que dice bien de la agudeza y posibilidades del poeta, que se radicaliza y va al hombre en su vivencia y calvario; se despoja de un intimista decir y pasa a nombrar las cosas para todos, se abre más, en válido desenfado. Como sintiendo la necesidad de exponer el mundo que le ha tocado pervivir, va calando en causas y consecuencias, sin caer en el panfleto, hilvanando con manifiesta coherencia su sentir comunicativo y profundo, en aparente sencillez, confiriéndonos su filosofía de existencia.



Cada tipo de poesía reclama un modo específico de hacerla y de leerla, y el lector tiene ante los ojos un pequeño conjunto de poemas que exigen una manera especial de conducirse en la lectura. Al término, verá el lector cómo las palabras se extienden, la elipsis se despliega y comunica un mundo.

José Valle Valdés
(poeta y Graduado de la Academia Naval del Mariel; Ing náutico, Piloto de Altura, Capitán de la Marina Mercante. Actualmente Gerente de CAROIL Transport Marine Ltd.)

PROEMAS

I

Los pájaros que trinan esta mañana
anuncian soledades de fríos secos.

Los oigo piar con recato. Como no queriendo
molestar, al que todavía duerme.

Pioneros del alba y luciérnagas de la voz;
¡hay que ver lo poco que pesan en el aire,
lo feos que son y que hermosura presentan!

Deberíamos llamarlos soprano-viento,
no sé por qué se les llama pájaros.

II

Mire usted que guasa tienen
las circunvoluciones
que nunca sabes si van o vienen,
y hasta suelen usar poses
de inadecuada ñáñara.

III

Con las pocas palabras que usamos al hablar
y nos entendemos,
yo no sé por qué hay tantas páginas
en los diccionarios.
Si la utilizáramos todas, tendríamos
que estar haciendo paráfrasis continuamente...
y pa’eso, na.

IV

Escribo orifrés
y nadie sabe
que me acabo
de poner
una medalla.

Y es que hay conceptos
tan complicados...
como por ejemplo
la “trinidad”
que no se sabe explicar
porque es inexplicable,
lo mismo que los poemas
asentados en la diatriba
de un petrel.

V

Pancracio no fue un santo,
sino una modalidad de combate griego
que usaron los romanos como divertimento,
porque lo acabo de leer en el diccionario...

Y yo poniéndole perejil, como un tonto.

VI

En cápsulas de mejor mayorar
andan los políticos repartiéndose
la moreda.
ala, ala

VII

La casa de enfrente
la han pintado de verde.

No sé que esperanza tienen,
pero debe ser algo importante.

VIII

La materia gris es un ábaco
cuyas cuentas se adhieren
a la coyuntura del sentido común;
el suceso aleatorio vacío
se alinea con la demencia
en la rapidez de pasar las bolas.

IX

Las esquinas son peligrosas,
nadie sabe lo que puedes encontrar
al otro lado del ángulo.

El viento cuando sopla
no gira las transversales, hace pasillos.

Son las aristas inoportunas
como cuchillos que cercenan las decisiones
en un conflicto,
produciendo siniestros repertorios
de dudas.

Al llegar a un hueco cóncavo
busque la bisectriz o hágase líquido.

X

Me visitaron ayer los amigos
en el dormitorio
porque pensaban que me moría.
Rezaron por mi ánima
y me animaron
a no darles el gusto de verme morir.


Cuando desperté de la neutra situación
y se mejoró mi cadáver,
ya no me visitaron más, tenían
mejores cosas que hacer
buscando nuevos morbos divertidos.

Y es que los amigos son pa’las ocasiones.

XI

Había un solar frente a mi casa
que me impedía mirar la ciudad.

Ayer lo vendieron para construir
rascacielos de cristal
y asfaltaron los contornos.

¡esto ya, parece otra cosa...!

XII

Presiento que todo va a cambiar
y mejorarán las cosas que confluyen.

De la piedra de basalto irá naciendo
el pómez, en versos prodigiosos.

Los hombres satisfarán sus gustos
y ambiciones, con cortesía y amistad.

Y quizá los espacios se consagren
reparando las fronteras con toboganes de agua.

Y hasta es posible que la humanidad se organice
como una empresa única con beneficios.

Las diferencias sociales se disiparán
y en vez de matarnos, nos lameremos las heridas.

Acabará la miseria, la grandeza de unos pocos
y la vorágine frenética. Nos amaremos
en los pajares y verdearán los trigales.

Presiento que sí, que yo lo veré
cuando me haya muerto.

XIII

Cuando el arjé
se convirtió en logos,
el mundo sintió fiebre.
Entre calentura y calentura,
como orate sin rumbo,
el hombre, desde entonces,
se hizo de sí, prisionero.

XIV

No me llames loco
porque no haga versos razonables:
¿acaso sabes tú, qué es cordura?

No me llames loco
porque escriba amplifitilemas
o pempatefas en versos raros.

Deja de fastidiar con las maracas
que la eternidad se pasa pronto,
y por mucho que acumules,
de aquí
no te vas a llevar ni miajita.

Que no me llames loco
porque diga botaratadas, y si tienes
que contestar algo, háblame sin asonancias
ni versos consonantados, en estrofas
con decimales.
Pon el pan sobre la mesa y no guardes el vino
para que comamos todos, ¡reflorijuncius!

...anda, dime que son locuras lo que digo¡

Mira, el significante, no revela el significado
a pesar de la cábala. Por eso digo y pregunto
¿cuál es la plétora del sentido?

XV

Estaba tan aburrido y harto
de no hacer nada,
que de la nada lo hizo todo;
y como de donde no hay
no se puede sacar,
todo lo jodió.

XVI

Olvidar y recordar,
recordar y olvidar,
vivir, revivir, ausentarse,
volver
en sí,
buscar por todos
los rincones,
vaciar y volver a llenar
descubriendo que estamos solos,
sentados en medio
de un desierto,
y no hay más que tú mismo
y la arena,
el viento
y la luz,
y el agua escondida
que hay que volver a buscar
para reencontrarse.

XVII

Pasó la tarde y el día
como hilo de tejer alfombras persas
rellenando horas en el vacío de un Tabriz.

Y reclinó la luz y todo fue silencio
como rítmico movimiento de un pedaleo
que envuelve la trama en el enjullo.

Y la textura de las letras era imperceptible
al igual que las lágrimas de los peces
en una fuente confiada y sin agua...

Yo sigo esperando que alguien me devuelva
mis canicas de cristal e imbuirme
en mis juegos.

XVIII

Sopa de letras = cultivo,
caldo apriorístico
con posible sentido de razón
todavía sin sentir.

XIX

Para reivindicar lo nuestro
nos sublevamos.
Cuando ya lo poseemos todo,
extinguimos.

Cuando perdemos los privilegios:
vuelta a empezar.

XX

Futuros inesperados, llegan,
y nos refugiamos en ellos
acolchados de años
y frío

XXI

Marioneta que cortan los hilos
guiñapo seguro.

Libertad de tatuaje
mancha eterna.

Libro que libra lóbrego
agüero de soledad.

Celosía que divide
comienzo y fin.

XXII

¿Te has dado cuenta, Teófilo,
-amigo desambiguado-
que los fuertes se hacen poderosos
por la fuerza y el engaño –unos cuantos, no

Que usan a los más débiles como obreros,
les pagan mal, les maltratan, les prometen
y después les arrojan a las fieras
para consolidar su poder y su fuerza.

Que con la riqueza de las estructuras creadas
se hacen cardos y decumanos privativos,
arcos de triunfo, grandes villas y anfiteatros
y comen buenas viandas.

Que el agricultor, albañil, ganadero, pica-piedras,
leñadores, artesanos y amanuenses,
sudaron el pan
ganando cuatro cuartos
y luego se lo comieron los mandamases
con los altos tributos, y se hicieron así más altivos
y dominaron mejor al mundo?

¡¿Te has dado cuenta qué arte tuvieron?¡

Además inventaron la Biblia en pasta
para que tuvieran miedo... o consuelo:
“bienaventurados los pobres... de espíritu,
los que padecen sed y hambre
porque de ellos es el reino de los cielos”

Ay, pero se les olvidó poner: “el reino de la tierra
es nuestra”. Firmado, la logía de los portentos.

XIII

Un galeón
prendió el velamen
con fuerza 7 del viento
e huye
hacia la luz.

Se embebió
en la curva del horizonte
desapareciendo
para vivir con Tritón
y los peces de plata.

Un ánfora
quedó en el flote
con un papel mensajero
en blanco
donde el capitán quiso escribir:
“estoy soñando, no despertarme”...
pero no le dio tiempo.

XXIV

A la oscuridad se adapta
el ojo humano
como cuando se desciende
a un sótano en extinción
donde los muertos yacen
muy tranquilos

XXV

Los signos externos
producen oráculos inevitables.

XXVI

De la poesía clásica no queda
más que su osamenta.
Ha vivido durante tantos siglos
que está enmomiada y cadavérica.

XXVII

En el reverso de los vientos alisios,
encontré la pluma
con la que se escribió la crónica
de la vida inmemorial
de los salvadores del ser humano.

XXVIII

En el pilón de doce caños
se oía el agua
con la misma musicalidad
que producen los dedos diestros
en las teclas de un clavicordio.

XXIX

Después de tanto,
nada fue para tanto.

XXX

Carátulas finas
de delicadas formas,
se encuentran,
se avienen,
se viven
desde los tuétanos,
como fórmulas sociales
en medio
de la estafa,
la falsedad,
y el desatino.
Y concluyen,
echados del lado izquierdo
en el sofá,
que como todo es una función
del círculo,
lo mejor es vivir a tope
y que se jodan los otros.

XXXI

Queremos un trabajo fijo y bien remunerado,
una casa con piscina a ser posible,
un buen auto que nos traiga y nos lleve,
ropa de marca en un fondo de armario,
buenas viandas, cervezas enlatadas,
e hijos becados en colegios de élite,
algún que otro viaje o crucero
y tener buena salud y varias amantes.

¡coño, como los ricos! ¿por qué no?

¿Por qué hay tanto pobre y miseria
en éste mundo globalizado siglo XXI
y tan pocos ricos, pero tan ricos,
que podrían alimentar a todo el orbe
los muy...?

PROVARGACIONES

XXXII

Versos que se duelen en el verso
amarrados con cintas de colores,
prisioneros de la imagen del sentir
calamidades
y gozos,
sombras de la realidad que apartan
lo oscuro,
paradigmas de avance, como tanques
en una guerra sin fin, de palabras.

Saber, sin saber que se sabe,
en coyunturas de luz.

XXXIII

Cada vez
hago versos
más pequeños
porque llegué
por fin
a saber
que
la nada
es algo...(es mucho)
de donde
nace
todo

Vivir
en el vacío
para
llenarlo
con hojas de luz
como planetario
donde giran
los
planetas
soñados.

XXXIV

Hostigado por la poesía
dejé los versos preferidos
al lado de un maniquí
y al poco lo observé mirar
de reojo
y llorar como un humano.

Empezó a llover,
el agua por las goteras
fue borrando las palabras
de Rimbaud y de Valente,
de Neruda y Mallarmé...

quedaron papeles rugosos
en espera de ser envoltorio
de algún bocadillo de pan
y queso.

No fue una tragedia, fue el hambre
quién borró las huellas del pretexto
como en una guerra.

XXXV

Trato de aventurar
la fábula del destino
en poemas,
revelando la inconsistencia
que permanece en los sueños
que entran hasta los tuétanos
y acumulan dominios falsos.

La realidad es la refracción
del bien social y el goce de la paz:
el sueño lo contrario.

XXXVI

Hoy no me importan las resonancias de los versos,
ni los laureles, ni el saber,
pues nada hay delante que me estorbe
para ir acarreando el destino.

Siento el mareo del devenir incierto
en el cuerpo desabrido y truncado, torcaz al vuelo,
y la conciencia luchando con los miedos, frío sudor,
fragilidad de sopaviento, penachos aire
sin pies ni cabeza;
que no me sirven los mitos,
ni la revelación de los amores, ni la eternidad,
pues aún cuando haya buscado tanto, escrito mucho,
estoy sin alma y el cuerpo es una ruina...

¡A mi qué me importa la poesía y el arte, hoy!...
me importó siempre la vida,
el pensamiento absoluto, la energía, nunca
la materia que produce el sentimiento, ni el corazón
con migrañas en el verso, ni la idea sublime del ritmo
de los dioses...
ya no me importa nada, porque el eco
no vuelve y va hacia allá, y ahora estoy planeando
como un búmeran roto.

XXVII

Con esa sensación de no saber escribir,
escribo cuanto puede la tinta de un tintero
extenderse en un papel. Soporto
entre los dedos el bolígrafo y la negra
tintura, como si fuera la defensa de un calamar
que emerge veloz, con la misma magia
e inexplicable emoción, que me produce
lo fascinante de saber que el corazón late
lo que dura una vida sin parar, sin resortes
ni cuerdas, ni pilas, ni voluntad propia, e impulsa
la sangre por todo el cuerpo, hasta recorrer
millones de kilómetros dando vida.

Al final, todo finiquita
y yo dejaré de escribir -nada concreto-
como cualquier obsesión que defiende
la existencia y la entretiene, al igual
que otros encuentran, en su mezquindad
irresoluta, la satisfacción en acumular
billetes de banco, coleccionando poder
y lujo insólito, yo acumulo poemas.

XXVIII

He querido hacer poemas
que parezcan que no lo son,
pero que lo fueren
aunque tengan la voz distorsionada,
sin eufemismos
sin afiches
sin imágenes
y sin estructuras melindrosas,
que parezcan raros
y no decir nada,
parecidos a la sociedad global
-con buenas intenciones sin resolución-
como las crisis y los críticos,
para que pienses
y te liberes
cuando te reivindiquen el amor
con el beso de Judas.

XXXIX

Golpes de talismán
profanan las creencias.
Creencias venidas del sufrimiento
que resuelven esperanzas existentes
aunque sean falsas.

Falsas deidades, falsas doctrinas,
falsas falsedades, falsas, falsas.

Si no hubiera tanto dolor y duda
no sería necesaria la poesía.

XL

Preso de ti, poemario,
apremio el tiempo
entre barras de versos,
hasta terminar ésta condena

XLI

No puedo decirte el secreto
que de los versos que emanan de fuentes cómplices
porque no lo sé...

como no sé del origen impulsivo
que me llevó a coger tu mano, besar
tus labios y desearte...

No lo sé, como desconozco el poder
intuitivo de mis palabras en un poema,
cuando dejo que la tinte se deslice con garabatos
que llevan nombres propios de emoción.

Sé que son como fulgurantes médanos solares,
heridas que sangran o columnas de marfil,
predios de piel sedosa, caricias por el goce
en un impulso de amor.

Sólo sé que lo revelo y lo descubro,
lo imagino y lo escribo,
pero no sé su secreto: algún gen supremo.

REFRACCIONES

XLII

Te pregunto
¿nos morimos o nos renovamos?
yo no lo sé...
por eso te interrogo a ti.

Prenden artificios numerarios
en pruebas de hipótesis extramuros
como alucinógenos de vida
que dicen arrastrarte por bosques
de sendas claras... y hay luz

¿dónde está la prueba del más allá?

yo no lo sé...
por eso te despierto a estas horas.

Tengo miedo.

XLIII

Queda poco.
Las personas mayores
ya no vuelven.
Mañana es otro día
pero el reloj no lo sabe.
El perro ladra
avisándome que ya es tarde.

Aunque escapé de la tribu
la tahona sigue abierta
y los crepúsculos
sin inconsistentes fiestas
de la incertidumbre.

No me preguntéis
por el rincón del acuario,
porque se me hace
que nunca tuve agua ni pez,
aunque, a veces, estuve
como pez en el agua.

Cuando duermo
me creo que soy de hielo
y río.

XLIV

Acaba de pasar una paloma
y el tren que va hacia el norte
ya se ha ido.

He escrito una carta a Don Invierno
para que vuelva pronto con algo de frío,
pues ya no bajan la nieve en burra
por el camino del neveral
y se oyen quejas sordas que aterrorizan.

Silverio es un buen amigo
y hace sortilegios para que llueva
a cántaros.

Pobrecillo. Yo no sé si está loco
o es inocente. Buen amigo sí,
pero no llueve.

Acabo de arrancar del calendario,
julio, agosto y septiembre, a ver
si el verano, se baja del púlpito y se va
con su monserga a otra parte.

Sí, ya sé. Piensan ustedes que estoy chiflado.
Pues quizá. Pues no me extraña... con ese
rosetón de oro macizo ardiendo
sobre la cabeza, ¿quién no desvaría?

Me gustaría vivir en la sierra, junto al río,
y sentirme rebelde con rebeldía,
donde no me viera el astro Rey
y enviarle un misil de hielo...

...Fuente de vida, fuente de vida: una mierda!
si hasta las lagartijas llevan sombrilla.

Lo siento: soy anarquista de la climatología
y me gusta elegir la que me da la gana...
...¡mire usted como se han muerto los páramos
y cómo están los trigos secos!...

Voy a luchar contra el Rey, porque soy
republico_climatológico, y si fuera necesario
me haré comunista, repartiendo al proletariado
tantas onzas de frío, como de calor, durante todo
el anuario.

XLV

Éstas nubes de perla gris
divisibles y veloces
en imágenes de alucinación imaginaria
cargadas de líquido elemento
pareciera que quisieran llover diluviando
- y así lo están haciendo por todo el mundo-
con la intención de limpiar
artesonados sociales, ya mugrientos
por el tiempo del abuso y la avaricia,
y que habría que restaurar...

sin embargo se refracta
sobre los pobres indigentes, ya maltrechos
por la miseria,
que poderosos señores les proporcionan.

XLVI

Ahora que pasó el tiempo
y todo parece renovado
-hasta los hijos y las plantas crecieron-
se acaba de reinventar el tranvía
y las rotondas.

Los aparcamientos subterráneos
aumentaron los barrios
y las grandes construcciones
estrecharon las calles
en la ciudad.

Ya no hay donde aparcar
y quedan dos soluciones:
vender el automóvil
o llenarle las arcas al alcalde.

Los abetos y los cipreses, fuera,
crecieron las farolas...ahora,
ahora me vienen con esas
que ya soy mayor.

Demasiado tarde las agudezas provincianas,
los pensamientos de vanguardia y los élitros
del viento, sofocando fuegos pluviales
donde no los había.

Que lástima no poder ya desandar la tarde
y volver a empezar otra aurora
con lo que uno ya sabe.

Que lástima no poder desenvolver
el pasado, y ver el desnudo del tiempo.

Que lástima no tener fuerza ya
y arremeter contra la legislación vigente.

XLVII

Todo lo demás,
está de menos.

XLVIII

Fantástico, fantásticos
olores de azahar se desprenden
entre polvo y viento,
acumulación de conciencias
viajando por un acantilado
como aves migratorias
en el universo.

Entre medias vamos nosotros
a no se sabe donde...
fantástico.

XLIX

Yo recuerdo que nací
en una vivienda muy pequeña
situada en un corredor
que daba a un patio,
el patio a un pasillo,
el pasillo al portal
y el portal a la calle.

Tenía un ventanuco arriba
en la pared,
un retrete comunitario
y una fuentecilla de hierro de forja
con un grifo dorado
que tiraba el agua al patinín.

Yo vivía más en el pasillo-corredor
que en la vivienda...
apoyado en pared, las piernas
me llegaban a la baranda;
cuando pasaba la viejita de al lado
me encogía, luego estiraba un pie,
la señora tropezaba, a veces caía,
y yo salía corriendo...
es que era muy vieja la Isidora y vestía
toda de negro
con pañuelo a la cabeza...

me daba miedo

L

Los veranos de entonces
eran una delicia.

Los niños no nos íbamos a la playa,
ni al campo, ni a jugar a tenis, ni al pueblo
ni al río...
eramos de Madrid y allí estábamos.

No sabíamos ni qué era el mar,
ni distinguíamos un pino de un álamo
o si había más ciudades que la nuestra.

Sabíamos que por mi calle
pasaba el tranvía con trole y cuerda,
y cuando se oía en los rieles el ruido metálico,
es que ya iba, calle abajo.
Entonces corríamos a pillar el tope y sentarnos
para hacer un viaje gratis asidos a la guita
del trole...

Y así nos divertíamos. La calle era nuestra.
La habían puesto allí para que jugáramos.
y nos pasábamos el verano jugando...
jugando a las bolas, al trompo, a la cuerda,
al pilla-pilla y con el tranvía.

El veraneo era una cosa muy rara
que hacían los señoritos...

Lo mejor de la vida era
jugar en la calle.

LI

Qué fuerza extraña e invisible
separa en un instante
la noche del día,
lo antiguo de lo nuevo,
lo tuyo de lo mío,
lo concreto de lo ambiguo,
tus labios de los míos,
el sueño de la muerte.

Qué fatal augurio nos espera
desde los entornos huidizos
tallados en refugios de roca
sin hallar quién nos consuele
ante la soledad de una imagen
remota, inerte, estática y fría,
hibernada por el tiempo y el deseo.

Dónde está la repisa
en la que se deposita olvidado
lo imposible.

LII

Me puse a pensar
en el tubérculo
y encontré la formula
de la relatividad
E=mc2
en un libro que no era
la bíblia

El cachemir puede servir
de puerta
en una chabola
siempre y cuando las verdades
sean ciertas
o si las verdades se confirman
con los acontecimientos
y no por la teoría
ni la doctrina

Rompí un cascabel
y se cayó la bolita:
ya no suena.
No sé si podré arreglarlo
o tendré que pedirle a algún dios
que me ayude.
Todo dependerá de mi ignorancia.

Tocomocho, tocomocho,
2 más de2 de una mano, son 7 de2,
o no.

LIII

Un día cualquiera de éstos
cogeré el petate,
la manta y la bota de vino,
un buen calzado,
e iré a recorrer el mundo
pisando sendas
que no haya recorrido nadie
jamás.

Pensareis que estoy loco.
Pues sí señor, lo estoy, ¿y qué?

Sabed que voy a buscar topacios
para colgarlos en el árbol de la ciencia
del bien y del mal. Y voy a ver
si me encuentro alguna zarza ardiendo
que me diga alguna cosa importante
que yo no sepa.

A ver si me habla del misterio del ombligo
y el origen del cordón
que une a los hermanos, atados en cordada,
como corderos al matadero.

LIV

La casualidad del día
radica en la inmortalidad
de los frisos grecorromanos
que prestigian el pasado
e ilusionan el presente.

Fatal encuentro
el que tuvimos al nacer
y ser esclavos de faraones:
tuvimos que yacer en pirámides
acompañando al señor
no fuera a ponerse enfermo
allí solo.

Digo luz
con rumores de pupilas,
digo abracadabra
y no se cumplen los deseos,
digo capdal
y no encuentro huellas,
digo poesía
y encuentro fuga en el poema
digo, con matices,
pórticos de piedra dulce.

LV

La vida
Es un juego pesado y lento
de cubilete y dados,
donde la suerte está, en el aire
que transforma la soledad
en aburridos y asquerosos ciclos
de nihilismo.
LVI
Estoy tan solo,
que sólo...
sólo siento
que estoy solo

LVII

La tinta,
tinta el tintineo
de un tan-tan.

Con la pluma de un gallo
yo tanteaba
la letra de un cántico
con promesas de amor.

LVIII

La poesía es una droga que alucina
con visiones que se esparcen
en modos infinitos
de impotencia.

Espejismos inexistentes
que acurrucan los cuerpos
en los fatuos fuegos espirituales
que abundan en los deseos.

El poema es un orgasmo mutilado,
un avatar de sueños y de magia
acumulados en esferas volátiles.

Y tú y yo, aquí, tendidos en la nada,
observando cómo palpita tu corazón
y el mío,
nos extendemos en las volutas divinas
de un imaginario cuadro
de Van Gogh.

LIX

Gris un día fue
cuando sucedió lo inesperado,
y a poco que llegó la nada
se ocultaron los girasoles,
la noria daba vueltas locas,
estábamos tú y yo en el jardín
y nos abrazamos apresuradamente,
nos desvestimos, hicimos el amor
y allí se acabó el mundo.

LX

Como una lúdica travesura de borrachos
se presenta la escena
vestida livianamente y vomitando alegría.

¿Qué hay detrás del árbol de aquel bosque?

Y cuanto más divertimento haya y mejores
regaderas de garrafa
y puedan fornicar y hacer viajes en trance
más les parece que fluye la vida.

¿Acaso están abocados al pretil?

Los vagamundos no tienen límites, ni tienen
silbatos que al azar les manden
y prefieren pernoctar en un sendero, más
que cambiar el mundo.

¿Dónde están las palabras que escribí en el viento?

Fructífero timón que no da vueltas, maleficio
de sintaxis e inmolados cadáveres que quieren resucitar
y de pronto estalla una arteria
y Venecia se inunda de dragones esmerilados,
sin vivir la juventud.

LXI

Apenas me quedan folios
para escribiros más cartas
desde ésta isla desierta
en donde naufragué, hace ya
mucho tiempo.

Por eso callo y escribo
en el aire,
humeo desde el cráter
pesadillas
de fuego licuado en magma,
que va bajando, en serpiente
lenta,
a quemar la espiga que planté.

Al fondo hay un árbol hueco
que me presta cobijo
cuando llueve.

LXII

Se me acaban de escapar
de éste poemario
los poemas,
de la misma manera
que cuando llega un pajarillo volando,
se posa en el macetero,
pía
y cuando levantas la cabeza
ya se fue.

Y así pasan las cosas,
como batallas perdidas en hoja de cuadrícula
-sin escribir una letra-
la poesía se escapó
desde el filo de un alfeizar
tras el crisol de un silencio
y otro también.

Los poemas son como el paso
de los solsticios y equinoccios, raras avis,
que vienen y se van
ficciones, frenesíes profundos,
mentiras y verdades,
ritmos circadianos de imágenes secretas
donde se guarece la realidad
que corre por las fibras vidriosas
de las venas.

Son un pulso
un lazo incompleto
una amarra suelta
un éter inconsciente
un sonar de ondas
de melancolía
pasiones
y sueños
con palabras fugaces.

Oh, ya han pasado casi dos horas
y aún no escribí nada...
voy a ver si escribo algo provisional...
al menos...

© Luis Vargas Alejo






























© Luis Vargas alejo 2010






ÍNDICE

Prólogo ........................................................pág. 3

Proemas ......................................................pág. 8

Provargaciones ............................................pág. 37

Refracciones ...............................................pág. 48

2 comentarios:

José Valle Valdés dijo...

Magnífico poemario, amigo, del que agradezco la misión de prologarlo; lo que me resultó un aprendizaje, por una parte, y el logro de ver, de disfrutar más cada poema (en la obligación del detenimiento.

Pienso y creo, que en este poemario alcanzas la madurez poética, y logras tu personal voz (que ya se venía fraguando; por supuesto.

Sé, que debo felicitarte; aunque, más me nace agradecerte.

Felicidades!!!

Luvar dijo...

Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.

Converso con el hombre que siempre va conmigo
-quien habla solo espera hablar a Dios un día-
mi soliloquio es plática con este buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.

Y al cabo, nada os debo; me debéis cuanto escribo
a mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.

Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.

Antonio Machado