Sueños de Otoño y Mar_ Selección de poemas

SI ME HABLABAS DE UN SUELO AMARILLO


Si me hablas de un suelo amarillo

crujiente y tostado por hojas caducas,

que el viento sin nombre acunaba,

bailando entre notas de valses perdidos,

entre cielos azules con gasas de novia...


Si me hablabas de aquel rojo ocre

y las ansias de besos tronando en tus labios,

en esa alameda mágica

donde suenan violines de oro,

como la melancolía de un canto lejano...

¿Qué podrían decir tus palabras?

no, no lo digas,

sólo sé que era otoño y yo soñaba.

......

OH, NOCHE QUE ME ATRAPA


Oh, noche,

atrapándome solo,

deshabitado,

en rincón oscuro

con sombra de mazmorra,

sin alientos...

Horas sin título

en un reloj de pared,

donde me pierdo en cada raya,

entre sus manillas negras

sobre el blanco-opaco.

Ellas me aprietan,

me apresuran

en un pasado que brilla,

mientras el sueño,

trata de vivirlas.

Allá,

sobre camello lento,

duna arriba, duna abajo,

camino hacia el futuro

bajo el rey celeste:

ojo dorado que abrasa.

Pero esto es imposible:

como un espejismo en un pozo cristalino

en un oasis sin palmeras y sin dátiles,

donde la veleidad es una sima.

Me siento confundido:

la charca que soñaba ya no la encuentro,

en cambio, el sol se tumba en su rivera,

la vida continúa dándome besos oscuros...

mas, así, aún me siento solo

y sangro,

raído,

muerto de sed,

avanzando....

avanzando...


Noto, cómo la vida,

aunque me quiera,

duerma en mí,

bese mis ojos,

debido a la distancia

no la siento.


¡Florecillas al viento, me van fluyendo,

en esta geografía de ríos y corrientes,

que se remansan

¡ aquí! , ¡ junto a mí ! , ¡ a mi lado ! :

ventisqueros de dunas,

resinoso amor de tu palmera!

......

CON OTOÑOS ABOTONADOS DE SEMILLAS


Con otoños abotonados de semillas

presto el ojal en rojos carmesíes

la metáfora azul, es una cantata.


La pulpa del granado chorrea sangre

y el amor se alza entre sus brillos

prendido de una luz que arde en el cuerpo.


Otra vez la distancia y la casa y el campo

otra vez el mar y sus misterios

han devuelto el auge a la vida.


Como viñas de sombra con uva grana

y cristales trasparente de pulpa dulce,

sin fronteras van trasluciéndose,

amores en el paisaje.


Nieves de diciembre ensombrecido

se asoman con propósitos de pureza

en la montaña izada de tu cuerpo

donde anidan en alcores mil presagios

y las plumas de las aves acarician

los deseos más fecundos de tu sangre.


El álamo que oculta los verdores

presenta sus verdades casi desnudo

con el ocre-rojo de la caricia y de lo joven.


Y cuando los atanores más fecundos

me cantan en el estanque, parecen

que los versos salieran en racimos

madurando besos en los labios más sutiles.


El limonar rebosa ya limones

en este suelo andaluz, mediterráneo y montes,

desde donde se sueñan con las ascuas

que a tí y a mí, nos aprisionen.


ARABESCOS JUNTO AL MAR


1

La muerte convertida en ave,

se posó en los ramajes urbanos:

Babel confundió las lenguas

y ahora ya,

apenas si nos entendemos.


Anidamos en los huecos más recónditos

huidos y ateridos de lo más civilizado:

Al-lah y Yavé abrieron los caminos

a machetazos de amor entre glaciares.


Suponemos que el culpable no es el mundo

sin examinar nuestros grises corazones:

pendiendo de las lágrimas de un sauce,

en cuyas sombras, va la muerte caminando.


2


Caímos terraplén abajo en nuestra casa,

urdida de costumbres y creencias:

los campos estaban desnudos,

y los árboles, solos como nadie.


Les pusimos los ropajes...

Les nombramos, sí,

y nos fuimos olvidando con el tiempo

de darles el calor de nuestros cuerpos,

y se fueron convirtiendo en troncos,

de acebuches miserables....


Marchamos buscando oasis en el desierto,

y aún están ellos esperándonos.


3


Si notáramos la ausencia como nuestra...

y que el sol luce cuando río,

la noche, en el alféizar sería más clara...

y los arrayanes florecían, rápidos y continuos,

nombrando edades y vestigios,

de la historia opaca del humano.


4

En el precioso brocado de tu alma,

pudiera haberse construido

un nido el pájaro cantor,

entre la greca del ramaje de tu ropa.

5

Nubes de perlas submarinas

bajo mis pies en el mar descansan,

mientras un silencio de torrentes

doloridos, iza un cielo de luz,

azul, como tu enagua.

6

Descansa la mar tumbada

soñando con las costas de un desierto,

mientras un huracán de perlas grises

amasa barro con el agua, ya crecida,

creando los contornos de una imagen

de pechos blancos entre olas.

© Luis Vargas (todos los derechos reservados)

==================================








































































1 comentario:

José Valle Valdés dijo...

Estupendos poemas, agradables por su buen gusto y lirismo.

En algunos, noto surgiendo una voz que se va abriendo camino, para singularizarse.

Siempre me resulta de mucho gusto leerte, amigo.

Fuerte abrazo