No puede haber transparencia
porque se nos vería la mierda en casa,
sabríamos quién especula
y quién tiene las entrañas negras.
La opacidad es el escudo que guarda
y defiende al poderoso, al fraude,
al trilero y a la mafia
de sus intrincadas avaricias,
de sus dotes de alquimista, de su
alianza con el demonio.
Sino hubiera “tops secret”, la
inteligencia
se usaría para favorecer a los
desfavorecidos,
sin comisiones, ni ganancias,
no habría, no, argucias ni mentiras,
porque no harían falta.
Cuando llueve a cántaros
y los ríos de derraman
¿a quién arrasan las aguas?
a los que no tienen tierra firme
para poner su habitat
y se transparentan como papel arroz.
Los que viven en castillos de opacidad
no les entra el agua por los rincones
y salen a coger el yate con paraguas;
no les interesa la transparencia
y aunque hacen leyes transparentes
que luego no son translúcidas
y se interpretan entre sombras.
La omisión de la luz y sus ondas
es el pecado de los malditos:
la gran tormenta de nubes ácidas.
© Luis Vargas
1 comentario:
Me resulta un poema estupendo, amigo. Refleja con realismo y claridad estos malos tiempos.
Te felicito, maestro.
Fuerte abrazo
Publicar un comentario