Pasé
el verano dibujando
resguardado
del calor y del olvido
como
una necesidad de serme útil
terapia
de soledad
imágenes
en blanco y negro.
Se
me fueron las horas, asidas
a la
ilusión que abarca el tiempo y el espacio,
como
un canto al olmo viejo
a
la realidad y el deseo
mientras
entonaba la nana de la cebolla.
Y
así pasé el verano de este año 2018
en
la lejanía con mis fuerzas débiles,
con
mi añoranza, con mi viejo lápiz de grafito,
urdiendo
la razón apenas, de todas mis ausencias.
© Luis Vargas Alejo