Me he puesto las gafas
para ver cosas pequeñas.
Me he mirado las manos
y como corteza de árbol viejo
tienen la piel cuarteada.
Qué pronto se hace uno centenario
sin haber cumplido los cien años,
sin que podamos precisar la deriva
que se esconde sin ser vista
en los paseos largos de las alamedas.
Todo está engranada
y no nos damos cuenta,
meticulosamente unido,
como las palabras escritas en un libro
que aunque no abras, ni leas
están sonando dentro
en lo insonoro.
© Luis Vargas Alejo
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