Lástima que no se pueda
fundir el oro con el amor,
alear la bondad con el hombre
y limarle las esquirlas ásperas,
unir la ciencia con las creencias
y las personas con lo gentil,
las miradas con las sonrisas
y los grandes capitales del poder
con los pobres indigentes.
Lástima que no se pueda
ensamblar la paz con la guerra
y rellenar trincheras
con semillas de abundancia,
extirpar el gen de los rencores,
del odio y la envidia, a pesar
de los nuevos avances tecnológicos
de la neurología.
Es lástima
porque podríamos vivir mejor:
habría gente que no mataría
de un disparo a sus propios hijos,
a sus mujeres, al que le lleva
la contraria, o al que es más débil.
Lástima
que seamos tan depredadores
y no sepamos fusionarnos
en una simbiosis perfecta
como lo hacen algunos vegetales,
o estructurar la sociedad
como lo hacen las abejas, las
hormigas y otros seres.
Lástima
que incluso la Navidad sea
una excusa para crear diferencias
y materializar los vientos
de las esquinas.
¿Qué lástima, no?...
No haría falta ni hacer poesía.
© Luis Vargas
Voz de la artista plástica chilena, residente en Barcelona, Karyn Huberman,
moderadora del Grupo Órbita Literaria
http://orbitaliteraria.spruz.com/