jueves, 14 de mayo de 2020

AL TARDECER

Al atardecer,

la jaula de los lienzos

se torna en sombras,

y empiezan a moverse

los fantasmas,

y preguntan

y no hay respuestas,

y los colores se juntan

y se amalgaman

y se maltratan

y gritan

y se van como versos

contando penas.

 

Al atardecer,

en estos días de confinamiento,

cuando ya el virus

se ha paseado por  los rincones,

se cuentan los muertos,

las nubes están llenas de almas

y la tarde está sombría

y triste.

 

Un tifón invisible

espera en la alamedas

sobre el manto de los verdes

amarillos y malvas

de la primavera,

como si una calima de fondo rojo

nos estuviera diciendo

ven, no tengas miedo, te abrazo,

ven...

pero yo no salgo de casa.

 

Al atardecer,

se repliegan como un abanico

las madreselvas,

y se oyen los cánticos y las trompetas

de la esperanza,

como una fiesta secreta,

como un brillo de luna

que se mece en las aguas.

 

Mañana, la vida, seguirá brotando.

 

© Luis Vargas Alejo