miércoles, 19 de octubre de 2011

TEMPLO DE DEBOD EN MADRID_ÓLEO DE LUIS VARGAS


Templo de Debod en Madrid_óleo de Luis Vargas

El Templo de Debod es uno de los grandes tesoros que esconde Madrid. Está localizado al oeste de la Plaza de España, junto al Parque del Oeste, en el antiguo solar donde se ubicaba el viejo Cuartel de la Montaña.

El templo, originario del antiguo Egipto y con 2.200 años de antigüedad, fue un regalo de Egipto a España por su colaboración en el salvamento de los templos de Nubia. Gracias a la ayuda internacional Egipto consiguió salvar, entre otros, el Templo de Abu Simbel que de otro modo hubiera quedado sepultado en la construcción de la Gran Presa de Asuán.

El Templo de Debod fue inaugurado en Madrid el 20 de julio de 1972 tras dos años de reconstrucción. Fue un proceso complicado ya que, además de no tener buenos planos, en el desmantelamiento y transporte se perdieron algunas piedras.

El templo de Debod se encontraba situado en la pequeña localidad que llevaba este nombre (Debod), en las orillas del río Nilo, muy cerca de la primera catarata, en la Baja Nubia (país del oro), al sur de Egipto. Muy cerca, en la isla de Filé, se encontraba el gran santuario de la diosa Isis. El templo de Debod formaba parte de ese santuario, aunque su culto estaba dedicado al dios Amón.

El rey nubio llamado Adijalamani de Meroe, mandó construir (hacia el año 200 adC) una capilla en honor del dios Amón, en la localidad llamada Debod, al sur de Egipto. Es la capilla conocida como “capilla de los relieves”, donde pueden verse inscripciones referidas a Amón de Debod. En los relieves de la capilla aparecen también escenas rituales donde se dice que el rey Adijalamani manda construir el monumento en honor de su padre Amón y que Amón habita en Debod.

En época ptolemaica se amplió el santuario construyendo nuevas estancias y ampliaciones. En esta época empezó a tomar más importancia el culto a la diosa Isis.

Ptolomeo VIII (Evergetes) dedicó en el templo una naos (estancia rectangular donde se hallaba la imagen del dios) a la diosa Isis y añadió otra sala a la capilla inicial. Ptolomeo XII dedicó otra naos al dios Amón.

Con la llegada de los romanos y la incorporación de Egipto al Imperio, se hicieron nuevas obras de engrandecimiento en el templo:

-Construcción de pronaos con una fachada con una puerta adornada por dos columnas a ambos lados.

-Relieves en la fachada principal.

-Decoración de los muros interiores del pronaos y de los intercolumnios exteriores.

-Construcción de un edificio anexo, adosado al templo, llamado mammisi.

Más tarde, en el siglo VI después de Cristo, en época de Justiniano, se ordenó el cierre de los templos egipcios. El templo de Filé que estaba consagrado a Isis fue cerrado también para abrirlo más tarde con una comunidad cristiana que lo consagró a San Esteban.

La primera descripción exacta del edificio se tuvo en el año 1813, cuando el explorador suizo Johann Ludwig Burckhardt fue enviado allí por orden de Napoleón para inspeccionar y detallar toda aquella zona. A lo largo del siglo XIX, el templo fue nuevamente visitado por exploradores y egiptólogos que dieron descripción gráfica y mostraron al mundo su paulatino deterioro.

Cuando en 1907 se construyó en aquel territorio la primera presa de Asuán, el templo se vio afectado en gran medida pues permanecía casi nueves meses bajo las aguas. Fue entonces cuando se perdieron muchas de sus policromías y algunos de sus relieves. La arenisca también sufrió un gran desgaste. A este desgaste ocasionado por las aguas del Nilo se añadieron los daños que provocó el terremoto de 1868. Después de estos daños, el Servicio de Antigüedades de Egipto pidió a al-Barsanti (arquitecto egipcio) que procediera a su restauración. Después de concluida la obra, el alemán Günther Roeder hizo un estudio exhaustivo con documentación fotográfica, dibujos de planos, alzados y comentarios.

Tras estos avatares, la historia del templo llega al año 1961 en que sus piedras son desmontadas y depositadas en la isla Elefantina hasta su posterior traslado al puerto de Alejandría. Desde este puerto hizo su viaje final hasta llegar a España.

El templo se halla en la actualidad restaurado y sus partes inexistentes, reconstruidas. Consta de una serie de estancias que se pueden visitar. El mejor momento para admirarlo desde el exterior es a la caída de la tarde.

Capilla de Adijalamani es la parte más antigua del templo. Se conserva en su estado original. Está decorada con escenas que representan al rey adorando a los dioses y ofreciendo sacrificios. Son motivos de actos rituales. Esta capilla está consagrada desde los primeros tiempos al dios Amón aunque más tarde fueron recibiendo culto otros dioses como Isis, Hathor, Osiris, Horus, etc.

La palabra mammisi es copta y significa "lugar de nacimiento" porque aquí se celebraban las ceremonias de evocación del nacimiento del dios Horus, o misterio del nacimiento divino.

Esta sala fue la última aportación que los romanos hicieron al templo, se cree que en tiempos del emperador Tiberio Julio César (42 adC-37). La construcción rompe por completo la simetría característica de los templos egipcios. No hay inscripciones en las paredes. En el muro oeste se puede ver un hueco que se cree que sirvió para guardar alguna imagen divina. En el muro sur se abre una claraboya a través de la cual entraría una luz indirecta que proporcionaría el ambiente necesario para las ceremonias del misterio.



martes, 6 de septiembre de 2011

Velero a la Deriva_óleo de Luis Vargas


Velero que vuela navegando
anudado a la corriente del mar,
espumas de destino, abanico de velámenes,
venturas y desventuras, huyendo
de turbulencias, rumbos desconocidos,
ilusión de llegar a buen puerto,
sin saber cómo, ni para qué...

Velero de buena pinta
que se desliza por la mar.

© Luis Vargas

sábado, 9 de julio de 2011

Hola, ola

Dormiré envuelto en agua

soñando entre la espuma de una ola,

volteado por el cúmulo

del acontecer de un tsunami,

que me va llevando

como un producto energético

de fuerza mayor,

hacia el sueño y el destino

insuperable.

© Luis Vargas

jueves, 23 de junio de 2011

Velero a la Deriva_óleo de Luis Vargas


Mar revuelta de intrincados vientos


que desarman veleros sin rumbo fijo...



¿Quién dijo que yo no había pintado más barcos?


jueves, 12 de mayo de 2011

SAN PEDRO EL VIEJO EN HUESCA_óleo de Luis Vargas


Románico en arcadas de columnas

en patio de monasterio,

rezos enclaustrados

piedra sobre piedra,

filigranas de talla que elevan aves,

silencio,

maitines al alba

entre voces de canto gregoriano,

vientos en espirales

ascienden por los círculos de Dante,

la luz penetra en el paraíso

y se angosta la sombra...


por los corredores adoquinados

andan las gracias como guardianes

de las cuatro partes del claustro.


La pintura está hecha:

sólo falta abrir el pórtico,

que entre Beatriz

y se haga el milagro.


© Luis Vargas

martes, 10 de mayo de 2011

EL BARRANCO DE POQUEIRA

La Alpujarra_óleo de Luis Vargas

Nace la luz en los senderos,

entre techos de pizarra, adobe y encalada piedra,

en el Barranco de Poqueira, allá

en la Alpujarra granadina

donde crecieron, ladera abajo, colgadas

en terrazas y balates, entre rayos de sol y agua,

los pueblos más bellos del mundo,

que proporcionan al paisaje

un halo de color hecho luz

o quizá una luz hecha color

© Luis Vargas

martes, 25 de enero de 2011

EL SENDERO_Poema de Luis Vargas; voz de Begoña Martinez

Hay un único sendero largo
que nadie sabe a donde llega.
Nace en cualquier calle,
atraviesa la ciudadela, el mar,
los desiertos, los continentes...

Lo recorremos creyendo
que, al fin, habrá un sitio
llamado paraíso, según indica
la flecha y la reseña.

Iniciamos el camino de niños.
No hay nada. No se termina.
Seguimos de adolescentes.
No hay nada. No se hace el fin.
Continuamos de adultos.
No hay nada. Se ve un horizonte.

Llegamos a la madurez,
miramos hacia atrás,
y vemos con estupor
que hay cientos de muertos
-supino rostro arriba-
que anduvieron el camino
por la razón o la fe.

Miramos hacia delante
y la senda continúa.

Tras descansar en el árbol de sombra,
seguimos en la vejez
haciendo huella con los huesos,
paso tras paso:
la sombra queda a pocos metros...

El camino sigue y sigue
nuestra huella desaparece, damos un traspiés,
caemos,
y morimos irresolutos, ineludibles, inexorables,
-vemos pasar a otros-
cerramos los ojos, supino rostro arriba
en la cuneta, y la senda sigue y sigue...

La senda sigue y sigue,
la senda sigue y sigue, la senda
sigue y...
...un laberinto interminable
abarrotado de muchedumbre.

© Luis Vargas
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