Se
fue sin destino con causa o sin ella
y
me quedé muy solo:
sin
que nadie vigilara la puerta,
sin
el paseo mañanero,
sin
mi amigo.
No
habrá quien me despierte al alba
saltando
de alegría al verme,
y
el cielo será menos azul
y
menos plácido.
Ya no habrá quien me espere desde la escalera
con
toda la paciencia del mundo
a
que yo despierte de la siesta y le diga:
venga,
vamos.
Sólo
queda el recuerdo y la conciencia clara
de
habernos querido
tu
siempre a mi lado, yo siempre junto a ti
bajo
el limonero del patio
contándote
mis cosas mientras tú me mirabas
con
ojos de bondad.
Hoy
estoy muy triste
porque
se ha muerto mi fiel amigo Pichy, mi perro.
© Luis Vargas Alejo